La capital de Mali es conocida como la capital de las seis colinas. Pero es realmente famosa por su color, sus gentes, su hospitalidad, sus mercados, sus calles de tierra y sobre todo, por ser una de las cunas de la música africana.
Se trata de una ciudad partida en dos por el Río Niger y donde se distinguen en las alturas dos lugares importantes: la colina del poder, donde está el Palacio Presidencial, y la colina del saber, donde se encuentran las tres universidades de la ciudad.
En la primera se encuentran la mayor parte de las casas coloniales que quedan de su periodo francés y un paseo por allí dará una idea al visitante de aquella otra Bamako. La segunda alberga estudiantes de todas partes y pequeñas casas a orillas de grandes calles asfaltadas cruzadas por callejones de tierra roja que al paso de animales, carros, motos y personas termina por inundar todos los rincones.
Aunque sin ninguna duda el corazón de Bamako son sus mercados. Es un lugar donde palpar la verdadera alma de sus gentes, ver de primera sus costumbres y disfrutar del color y la variedad de sus culturas.
Antes de adentrarse en los mercados, un consejo importante: es muy tentador intentar fotografiar todo y a todos los que se ven por allí, pero son muy celosos de su intimidad y si haces fotos sin permiso podrías encontrarte en mas de un follón. Pide permiso y deja una propina, será nada para ti y mucho para ellos en un país donde salir adelante no es sencillo.
Con esto en mente el primer destino el Mercado Rosa o mercado central, que gracias a su ubicación –diseminado en un entramado de casas coloniales- cuenta con un doble encanto. El entramado de callejuelas y el conjunto de tenderetes que se van encontrando a lo largo del camino serán interesantes de visitar.
Es un lugar que despierta la imaginación, donde se vende o se recicla cualquier cosa. Una explosión de colores, olores y sonidos mezclados entre puestos variopintos y objetos de artesanía que ni siquiera has soñado que pudieran existir.
Tampoco se puede olvidar curioso Mercado de Ngolonina, uno de los que llaman los mercados fetiches. En un país donde los hechiceros son personajes importantes, es necesario un mercado como este donde poder comprar aquello que ellos recetan como objetos mágicos que harán desaparecer los problemas.
Aquí podrás encontrar expuestas cabezas de cocodrilo, pequeños pájaros disecados además de un sin fin de extraños y curiosos fetiches. Será imposible no alucinar en cada uno de sus puestos.
Pero aunque los mercados van a ser lo más sorprendente e impactante en tu visita a Bamako, no es lo único que debes visitar allí. El Museo Nacional es muy ilustrativo a la par que interesante. Se pueden ver tres exposiciones distintas: arqueología, objetos rituales y trajes típicos.
También será un verdadero placer darse un paseo a orillas del rio Niger o tomar una pinasse (una canoa típica maliense) y atreverse a conocer la ciudad desde otra perspectiva.