Transilvania es la cuna del Conde Drácula. La región donde Bram Stoker, en 1827, ambientó su célebre historia de vampiros. Una historia que le iba a obsesionar hasta su muerte y con la que creó un buen montón de leyendas e historias de una preciosa región del centro de Rumania, que nunca llegó a visitar.
Aquellos que, movidos por el encanto romántico de perseguir la huella del Conde Drácula o bien por el afán de descubrir nuevos y bellos lugares, decidan lanzarse a visitar Transilvania van a llevarse una sorpresa más que grata.
Toda visita debe comenzar por Brasov, la ciudad donde fue dueño y señor el príncipe Vlad Tepes, allá por el siglo XV. Este héroe nacional- apodado “el empalador”-fue el personaje que sirvió de inspiración para construir el personaje de Drácula. Brasov fue su cuna, una ciudad medieval que sorprende y encandila a propios y extraños. No va a dejar indiferente a nadie.
El paso siguiente es evidente, una visita al Castillo de Bran, el famoso castillo del Conde Drácula. Un hermoso castillo del siglo XV enclavado en un paisaje de ensueño que, si bien no fue nunca visitado por “el empalador”, fue elegido como hogar del temible vampiro de las fantasías de Stoker. Una vez se atisba el castillo en el horizonte, se entiende qué llevo al escritor a elegir este fabuloso castillo gótico. De camino al castillo, merece la pena hacer una breve parada en la fortaleza medieval de Rastov. Pequeño y encantador, es un remanso de paz ideal para el descanso del viajero.
Sinaia y el Castillo de Peles son el paso siguiente en la ruta por Transilvania. La extraordinaria arquitectura de este castillo ya es razón de sobra para la parada, pero no es la única. También se puede disfrutar del Monasterio de Sinaia y sobre todo, del placer de pasear por esta pequeña y hermosa ciudad entre montañas.
Si al viajero le gusta la aventura, de camino a la siguiente etapa se puede optar por recorrer una de las carreteras más impresionantes del Europa, la Transfagarasan. Esta ruta, que es frecuente encontrar cerrada en invierno, cruza los picos más altos de los Cárpatos y alcanza los 2.000 metros de altitud, además de contar con un túnel excavado en piedra de más de 900 metros. Sea lo que sea lo que el viajero decida, lo importante es llegar a Sibiu. Al llegar a esta preciosa ciudad se tiene la impresión de estar en algún pueblo germano. La herencia alemana viene de antes del siglo XI y llega hasta mediados del siglo XX. Preciosos edificios, curiosos puentes y encantadoras plazas son la razón para visitarla.
Sighisoara es el último destino imprescindible. La más famosa y visitada de las ciudades cuna de la historia de Drácula es, además, una hermosa ciudad medieval declarada Patrimonio de la Unesco. Aquí fue donde el príncipe Vlad Tepes se unió a la Orden del Dragón y comenzó a ser conocido como Vlad Dracul, de donde Bram Stoker tomo el nombre de Drácula. La Ciudadela medieval, una de las pocas que sigue habitada en Europa, o la Torre de Reloj son solo algunas de las muchas razones para pasearse por esta preciosa ciudad, más allá de las historias de vampiros.
Son todos los que están, pero no están todos los que son. Hay mucho que buscar y mucho que encontrar en Transilvania, solo hay que atreverse a visitarla… y llevarse una ristra de ajos, por si acaso…