Las Lineas de Nazca, veinte años y un día después

Veinte años y un día suena casi como una condena, pero quien me iba a decir a mí que me encontraría de nuevo aquí, en Nazca, veinte años y un día después de aquella primera visita. Es como si hubiera sido condenado a volver, aunque lo cierto es que me siento feliz habiendo cumplido mi condena. Casi es más reconfortante porque mi regreso a Nazca, después de tanto tiempo, ha sido fruto de un golpe de suerte, un premio gordo que mira tú por donde me ha traído de vuelta a uno de los grandes recuerdos de mi juventud.

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