La milenaria ciudad de Túnez, capital del país del mismo nombre, es una metrópoli llena de historia, cargada de hermosos lugares y de visita obligada para los amantes de las cosas bellas.
Sus más de cuatro mil años de historia, fenicios, cartagineses, romanos y , finalmente, árabes, han dejado en la ciudad de Túnez un legado histórico y cultural apabullante. Al mismo tiempo, el carácter abierto y hospitalario de los tunecinos ha sabido modernizar y abrir sus puertas a los visitantes.
La ciudad de Túnez está al final del Golfo de Túnez, bañada por las aguas del Mediterráneo y por el lago Túnez y tiene todo el encanto, la luz, el color y la calidez de las ciudades bañadas por nuestro querido y cercano Mar Mediterráneo.
Recorrer la ciudad de Tunez
Para empezar a conocer la, lo mejor es sumergirse y perderse por la Medina, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979 y es una de las grandes atracciones de la ciudad. Se trata de una gran medina, en si misma un monumento, de calles amplias, luminosas y coloridas donde puedes dejarte llevar sin preocuparte de donde andas, parando de tanto en tanto a degustar un té en alguna terraza, dándote el lujo de contemplar la Medina desde lo alto. En algún momento llegaras hasta el centro de la Medina, donde se encuentra una de las mezquitas más importantes del país, y también una de las más bellas, la Mezquita Zitouna. Durante el paseo te iras encontrando también con hermosos palacios, como el Palacio Dar Husseim, Las Tres Madrazas, o la Plaza y la Mezquita de la Kasbah.
Aunque la mejor forma de palpar la vida de esta ciudad y de la Medina es a través de los muchos zocos que la pueblan. Lugares bulliciosos y plagados de colores, de olores y texturas, donde la vida transcurre sin pausa pero sin prisa. Donde el regateo es una actividad de culto y los buenos tratos se cierran con un té y un apretón de manos.
El Museo del Bardo es una de las colecciones de mosaicos romanos más grandes y hermosas del mundo. Además tiene una gran colección de objetos del periodo cristiano y cartaginés, que ayudan a comprender la grandeza de la historia de esta ciudad. Todo ello en un antiguo palacio. Es una visita imprescindible y que no deja indiferente a nadie.
Seguimos la visita con la Catedral Católica de Saint Vicent de Paul, de finales del siglo XIX, al igual que la Avenida Bourguiba, donde está situada. Se trata de la zona moderna y europea de Túnez, plagada de restaurantes, boutiques y comercios, además de embajadas y estamentos oficiales, con muchos edificios que recuerdan a la Francia del siglo pasado.
Y si hay tiempo, aún nos queda el Mercado Central, el mejor contrapunto a los zocos; el Parque Belvedere, el gran parque de la ciudad que alberga el zoo y el Museo de Arte Moderno, o el coqueto jardín Habib Thameur.
Por si todas estas no fueran suficientes razones para visitar la ciudad de Túnez, ésta también ofrece la base perfecta para visitar en los alrededores lugares tan impactantes como las Ruinas de Cartago, imprescindible para los amantes del arte y la historia, o la bucólica Sidi Bou Said, decorada en blanco y azul y con unas inmejorables vistas del Golfo de Túnez.