Conocer Capadocia

La Capadocia desde el aire

Hace más de quince años que mi mujer y yo caímos rendidos ante una ciudad como Estambul. Fue uno de los primeros viajes que hicimos juntos y una de las ciudades que mas no ha gustado. Ambos hemos recordado muchas veces lo mucho que disfrutamos aquellos días y siempre hemos tenido claro que queríamos volver a conocer el resto de Turquía, convencidos de que nos gustaría tanto como Estambul.

  Aquí te dejamos nuestra galería de imágenes de la Capadocia en globo. Hacer clic en la imagen para abrirla.

Hemos tardado mucho más de lo que imaginamos en un principio, pero finalmente este otoño nos embarcábamos en un vuelo con destino Ankara con la intención de descubrir todo lo que este país pudiera ofrecernos. El tour que habíamos elegido comenzaba en Ankara, para continuar en Estambul, después Éfeso, Pamukkale, Konya y terminar en la Capadocia antes de regresar de nuevo a Ankara. Un total de diez días y un montón de lugares hermosos e históricos.

Nos gustó mucho el ambiente de Ankara y volvimos a caer rendidos ante la belleza de Estambul. Las ruinas de Éfeso nos dejaron boquiabiertos, igual que la extraña belleza natural de Pamukkale y sus piscinas naturales o la sensación de viaje al pasado que producen la ruinas romanas de Hierapolis. Konya es una de las cunas espirituales de Turquía y pudimos palparlo en las calles, pero lo que realmente nos impacto fue ver bailar a los Derviches danzantes; como decía aquella canción que tanto le gustaba a mi hija, fue casi una experiencia religiosa.

 Pero lo cierto es que durante todo el viaje y muy especialmente la primera noche que dormimos en Goreme, en el corazón de la Capadocia, estuve muy nervioso pensando en lo que nos esperaba: un viaje en globo. Mi mujer había insistido mucho en contratar esa excursión y yo ni supe ni quise negarme, aún teniendo miedo a las alturas.

En los aviones no suelo tener problemas. No se si es porque siempre escojo pasillo tratando de olvidar que estamos a más de 10.000 metros de altura, pero en una cesta no me veía capaz de obviar el hecho de que íbamos a estar colgados de un globo y debo admitir que me temblaban las rodillas solo de imaginarlo.

Despierto y hecho un flan estaba yo a las 4:15 de la madrugada cuando sonó el despertador. Nos recogieron y nos llevaron hasta las oficinas de la empresa. Allí se reunió el grupo de 16 personas que íbamos a hacer el viaje y nos ofrecieron un ligero desayuno mientras nos explicaban las normas de seguridad, que no iban más allá de no saltar del globo y no sacar el cuerpo de la cesta.

Poco después salimos en un minibus en dirección a las afueras de Goreme. De repente, un estruendo terrible inundó la noche y al tomar una curva nos encontramos con un montón de globos inflándose al ritmo de los quemadores de gas. La actividad era frenética y caótica, pero solo en apariencia, porque si observabas con detenimiento allí cada uno parecía saber exactamente que tenía que hacer y cual era su sitio.

Que hacer en Capadocia

Llegamos hasta nuestro globo rápidamente y allí nos esperaba Scott, nuestro piloto. La cesta estaba dividida en compartimentos para cuatro personas, mi mujer y yo nos colocamos en una esquina, acompañados de una simpática pareja de franceses. No se si estaba asustado o no en ese momento, no consigo recordarlo. Lo que sí se es que, sin apenas darme cuenta, estaba a muchos metros del suelo observando cómo un montón de globos de mil colores se elevaban junto a nosotros, mientras el sol comenzaba a despuntar en el horizonte.

De repente sentí la mirada de mirada de mi mujer y la mire mientras me sonreía, sabiendo que mi miedo a las alturas se estaba evaporando. La imagen de aquella vista permanece grabada en mi memoria como una de los momentos más bonitos de nuestros viajes.

Cuando conseguí apartar los ojos del cielo y reunir el valor suficiente como para mirar el paisaje que se extendía bajo mis pies, la imagen me pareció propia de un cuento. Formaciones geológicas imposibles, frutos de miles de años de erosión, entre profundos valles arbolados. Había visto fotos e imágenes de los paisajes de la Capadocia pero ninguna hacía justicia al monumento natural que tenía debajo.

Nuestro globo, manejado por Scott, bajaba de forma apenas perceptible para entrar en los sinuosos valles y volvía a subir para mostrarnos de nuevo el paisaje al completo. Mi miedo a las alturas se perdió entre tanta belleza y la confianza de un piloto al que se le veía disfrutar con su trabajo.

En globo por la Capadocia

Dijeron que sería una hora vuelo, pero tanto mi mujer como yo perdimos la noción del tiempo entre el baile de color de los globos que volaban con nosotros y el paisaje que íbamos descubriendo desde el aire. El vuelo transcurrió en un silencio sepulcral roto tan solo por el sonido de nuestras cámaras y, en ocasiones, por el propulsor. Cuando Scott tomo la radio para informar del punto de aterrizaje, los pasajeros salimos de nuestro embrujo para escucharle darnos un par de consejos de cara al descenso.

Vimos como los todo terreno se acercaban por debajo de nosotros. Nuestro piloto lanzó unas cuerdas y desde abajo, los asistentes iban dirigiendo nuestro globo hasta su lugar. Asistimos con perplejidad a una maniobra perfecta gracias a la cual nuestra cesta se posó sobre un remolque, para observar como el globo iba cayendo sobre la pradera.

Mientras el equipo recogía, nos obsequiaron con un poco de champagne. Scott y los 16 pasajeros brindamos por un vuelo memorable y una de las experiencias más especiales que he vivido en mi vida. 

 

 

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