Como es el desierto de Atacama

Laguna Cejar, un lugar mágico para flotar en el desierto

“Tienes que ir a la Laguna Cejar, sí o sí”, fue el consejo que me dio Yahair, un amigo chileno que conocí en el Valle del Elqui.  Sacó su celular y me mostró una foto que hacía aún más poderosa la recomendación: aparecía él flotando en una laguna de color turquesa oscuro y con la Cordillera de los Andes de fondo. Al ver la imagen me dije: “tengo que tomarme esa misma foto, no me importa el cliché”.

La Laguna Cejar está ubicada a pocos kilómetros de San Pedro de Atacama, un pequeño pueblo del norte de Chile. En sus alrededores se encuentran sitios que nunca imaginé que existían: geiseres, bofedales, volcanes piramidales, cielos que permiten ver los brazos de la vía láctea y lagunas altiplánicas de muchos colores. Se precisa al menos una semana para conocer las maravillas que ofrece esta región.

Que ver en Atacama

Para llegar a la Laguna Cejar hay dos maneras: una cómoda que consiste en contratar a una agencia de viajes, subirse a una furgoneta y llegar en media hora; y otra no tan cómoda, pero sí más barata, divertida y provechosa, que consiste en recorrer dos horas en bicicleta por el Desierto de Atacama. Yo escogí la menos cómoda.

Junto con Ami, un amigo malayo que conocí en el hostal, alquilamos un par de bicicletas en el pueblo y emprendimos la ruta. El sol es intenso todo el tiempo, la carretera está en buenas condiciones, el recorrido es plano en su mayoría y el espectacular paisaje ayuda a superar el cansancio físico.

La gran ventaja de irse en bicicleta durante la mañana es que la Laguna Cejar está con pocos turistas, dado que las agencias optan por hacer los tours en horas de la tarde para evitar el fuerte sol y también aprovechar el atardecer (que debe ser increíble). Siendo así, llegamos a medio día y pudimos contemplar en silencio las tres lagunas que conforman esta reserva localizada en el Salar de Atacama: Cejar, Piedra y Tebenquinche.

Pero como el objetivo era la foto cliché, no tardamos en ponernos el bañador para descubrir el atractivo principal: flotar en el agua como si estuviéramos en el Mar Muerto de Israel.

La Laguna Cejar está protegida del contacto humano, solo es posible contemplarla desde un mirador, mientras que la Laguna Piedra está abierta al público. Ambas lagunas se caracterizan por lo mismo: su alto nivel de salinidad permite que cuerpos pesados floten como un chaleco salvavidas. De esta forma, al ingresar al agua, se siente una fuerza que intenta devolverte por donde viniste.

Aquí tengo que hacer una advertencia: ¡por nada del mundo sumerjan su cabeza en la laguna! Yo me puse de chistoso y me lancé al agua como si estuviera en un concurso de clavados. Craso error. La sal se me metió por todos lados, me quemaba la garganta, me ardía la nariz, era como si me hubiera tragado un salero lleno. Horrible. Ya lo saben: entren y permanezcan en la laguna siempre con la cabeza por fuera.

Otra precaución importante es aplicarse el bloqueador solar horas antes de meterse a la laguna, dado que está prohibido meterse al agua con bloqueador fresco porque puede ser dañino para el ambiente acuático. Así mismo, sugiero llevar muy poca ropa porque la sal se pega fácilmente y después sentirás que tu pantalón se volvió un cartón.

Pasado el susto del clavado y luego de tomar dos litros de agua para quitarme el sabor a sal, volví a la laguna para tomarme la tan anhelada foto. Realmente es muy placentero sentirse como un flotador, relajarse, y disfrutar del altiplano.

Que ver en Atacama

La postal habla por sí sola: los imponentes volcanes, el desierto, los pajonales, el piso de sal. Y qué decir de la laguna que juega con los azules del cielo. No creo que haya un lugar igual en el mundo.

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