“No hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada”

Hace más de cien años que Francisco de Icaza, ilustre poeta mexicano, popularizaba esta frase que pronunció tras su primera visita a Granada: “No hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada”.

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Además del Sr. Icaza, muchos ilustres humanistas han caído rendidos ante la hermosa Granada. Su historia y su legado milenario son algunas de las razones, pero es, probablemente su encanto, su belleza y su alma nazarí lo que conquista el corazón de todo aquel que la visita, o tal como dijo William Shakespeare:

todo curioso viajero guarda a Granada en su corazón, aún sin haberla visitado

La Alhambra de Granada

También le ocurrió a Lope de Vega, allá en el Siglo de Oro de las letras, quedó rendido ante Granada:

No sé si llamé cielo a esta tierra que piso, si esto de abajo es el paraíso ¿Qué será la Alhambra, cielo?

La Alhambra, impresionante ciudad palatina nazarí , descansa desde hace más de 1.000 años a la sombra de Sierra Nevada, elevándose majestuosa sobre la bella ciudad de Granada. No solo Lope, muchos, quizá todos, nos hemos rendido a este lugar sin ninguna resistencia.

Pero fue en el barrio del Albaicín donde Henry Mattisse, maestro del Expresionismo y del color, escribió:

Granada emociona hasta deshacer y fundir todos los sentidos

Pudo ser mientras recorria sus callejuelas o mientras contemplaba una puesta de sol desde alguno de sus muchos miradores. Pudo ser en cualquier rincón de este Albaicín milenario, todo él rezuma encanto y color.

Antonio Machado no pudo por menos que decir:

Todas las ciudades tienen su encanto, Granada el suyo y el de todas las demás

A lo mejor fue tras visitar el barrio del Sacromonte y sentir su embrujo, su misterio y su alma; sería recorriendo sus rincones o escuchando flamenco en alguna zambra, lo que es seguro es que Granada enamoró al Sr. Machado igual que a resto de sus ilustres visitantes.

Catedral de Granada

Tal vez fue recorriendo las calles del centro histórico, la joya de la cristiandad que los Reyes Católicos cuidaron con mimo, visitando la majestuosa Catedral, la Capilla Real o el Monasterio de San Jerónimo, cuando  Miguel de Unamuno escribió:

Las lágrimas me subían a los ojos, y no eran lágrimas de pesar ni de alegría, eran de plenitud de vida silenciosa y oculta por estar en Granada

Todos ellos, poetas, escritores, pintores… dotados de una sensibilidad especial para la belleza, supieron apreciar en Granada esa magia que la hace una ciudad tan especial. Pero, incluso para los viajeros normales, para quienes vemos y admiramos la grandeza de esta ciudad pero no tenemos el talento para expresarlo con las palabras apropiadas, incluso nosotros, sabemos que Ernest Hemingway tenía toda la razón cuando escribió: “Si tuviéramos que visitar una sola ciudad en España, esa debería ser Granada”. 

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