Visitar Pekin o Beijing –si traducimos directamente los caracteres chinos– supone adentrarse en la exótica y misteriosa cultura China. Esta gran ciudad va a mostrarte sus secretos milenarios y hacerte feliz de todas las formas posibles.
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Pekin es una ciudad enorme, moderna y vibrante, que ha sabido abrirse al mundo y, al mismo tiempo, guardar y proteger sus tesoros y su cultura para que el viajero disfrute de cada minuto y de todos sus momentos en Beijing.
Hay muchos lugares de visita obligada en esta gran ciudad, pero sin duda, hay unas cuantas que son imprescindibles para quedarse con la esencia de Pekin y dejar que te conquiste a través de sus tesoros.
El más sorprendente es, sin duda, la Ciudad Prohibida. Situada en el corazón de Pekin, este inmenso palacio imperial, que fue residencia oficial del emperador hasta principios del siglo XX, es la esencia de esa otra China, la China Imperial. Este fastuoso palacio te transportará al pasado mientras recorres sus patios y jardines y observas sus hermosos y curiosos edificios.
Un consejo práctico: dedícale tiempo y piérdete, camina sin rumbo por los patios y aléjate un poco del resto de visitantes, busca algunos de sus rincones más escondidos y llévate ese recuerdo mágico que la Ciudad Prohibida está deseando regalarte.
Saliendo por la puerta sur de la Ciudad Prohibida nos encontramos con la Puerta de la Paz Celestial, de la que cuelga un gigantesco retrato de Mao Tse Tung, y que da acceso a la mítica Plaza de Tiananmen. Esta plaza es enorme explanada de piedra, rodeada de edificios oficiales donde además se encuentra el Mausoleo de Mao Tse Tung.
Así, en unos pocos cientos de metros se deja atrás la China Imperial y se vislumbra la China comunista, dejando patente los contrastes que Pekin lleva con tanta elegancia y que también se aprecian, aunque de forma distinta, cuando se visita el Parque del Templo del Cielo. Un gran parque recreativo, donde los pekineses se reúnen a cantar, bailar, hacer Tai-Chi o practicar caligrafía, al amparo de una de las pagodas más hermosas de Pekin, rodeada por exquisitas barandillas talladas en jade, es el Templo del Cielo, otro imprescindible.
Esto no es todo, el Templo de los Lamas y el gran mercado que se forma a su alrededor son otra fuente inagotable de sorpresas, donde la quietud del templo se enfrenta a la vida y al bullicio de los comercios y los turistas y, de alguna extraña manera, consigue que funcione a la perfección.
El Parque Beihai, el Palacio de Verano, ir de compras por los Mercado de la Seda y de la Perla para practicar el antiguo arte del regateo, perderse entre las estrechas callejuelas de los Hutongs y, por supuesto, degustar la variada y deliciosa comida china…
Todo esto es Pekin y todo lleva parte de su esencia, todo sorprende y emociona, dejando al viajero siempre con ganas de más… y hay más, una de las obras más impresionantes del mundo, La Gran Muralla, pero ella se merece su propio post.