Arequipa, una joya en el sur de Perú

Hay lugares en los que sentimos una conexión inmediata, aquellos en los que podríamos vivir un año o más sin aburrirnos. Tienen algo que nos hace sentir cómodos y motivados para disfrutar cada rincón. Eso me pasó en Arequipa, la llamada ‘ciudad blanca’.

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Llegué una noche de domingo. Su Plaza Mayor, con sus elegantes e iluminados portales, me dio la bienvenida. Fui a cenar a un chifa: maíz, lomo saltado, arroz chaufa, papas, ají y una Inca Kola. Eran mis primeras horas en Perú y todo sabía delicioso.

A la mañana siguiente, el sol resplandecía sobre las fachadas blancas que caracterizan el centro histórico, declarado como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. Es una ciudad viva, limpia, poco caótica. La arquitectura colonial se engalana con los volcanes andinos que rodean al casco urbano. Las tiendas de ropa de lana de alpaca ponen el color en las calles empedradas.

En la Iglesia de la Compañía, construida con roca volcánica, se aprecia el mestizaje entre lo hispano e indígena. Me era curioso ver un cuadro de la última cena con cuy como plato especial, o figuras de cóndores o chacanas (cruz andina), en medio de las esculturas y pinturas tradicionales del catolicismo. Una visita especial es el convento de Santa Catalina, de monjas dominicas. Es una construcción del siglo XVI que no deja indiferente a nadie.

En general, Perú es un destino de la buena mesa, pero la cocina arequipeña tiene un lugar especial. Imperdonable no ir a las tradicionales picanterías para probar chupe de camarones, cuy chactao, rocoto relleno, ocopa o adobo arequipeño. El mercado central también es un buen sitio para deleitarse con estos sabores y conocer la diversidad de frutos peruanos.

Arequipa es también una ciudad de miradores. En el Yanahuara, los arcos de piedra son ventanas para divisar el Volcán Misti, que con más de 5.800 metros de altura actúa como una especie de guardián de la ciudad. En el mirador Carmen Alto, la vista es un encanto de volcanes nevados que se levantan desde el valle del rio Chili.

Así mismo, recomiendo ir al Museo Santuarios Andinos, en donde se encuentra la momia ‘Juanita, la niña de los hielos’. Este es el cadáver de una niña inca que fue sacrificada hace más de 500 años en el nevado Ampato. A mediados de los noventa, fue descubierta por los exploradores Johan Reinhard y Miguel Zárate. A causa del congelamiento glacial en la montaña, el cuerpo se mantuvo casi intacto durante varios siglos. Ver la momia es un poco tenebroso, pero supremamente interesante.

Como es Arequipa

De noche, Arequipa es otra. Desde los balcones de los portales, la Plaza Mayor se muestra hermosa con sus altas palmeras y la majestuosa Catedral. Muy cerca, en la calle San Francisco, están los bares para vivir la fiesta peruana. Abren de domingo a domingo.

Disfruté tanto mi estadía en Arequipa que se convirtió en una de mis ciudades favoritas de Suramérica. Y creo que muchos lo consideran así. De hecho, Arequipa apareció en el listado de las ciudades más “cool” del mundo para visitar en 2018 según la revista Forbes.

Yo creo que su encanto se debe en gran parte al amor, orgullo y cuidado de los arequipeños por su ciudad. Además, el sillar blanco, como se conoce a la roca volcánica que se ha usado en la construcción de los edificios antiguos, le da un brillo único a la ciudad. Y es que Arequipa brilla como la joya más linda del sur de Perú.

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