Llegues como llegues hasta Ciudad del Cabo, lo primero que vas a ver es la Table Mountain y en cuanto la veas entenderás de donde viene su nombre. Si el clima te permite ver sus 1.000 metros de altitud y esa enorme pared de piedra que protege la ciudad, ni lo pienses, sube. Porque el tiempo es una locura y no es para menos, estamos hablando de la ciudad más al sur del continente africano.
Por eso, cuando veas lucir el sol en un cielo azul, tienes dos opciones. La primera es el funicular panorámico para disfrutar de las increíbles vistas de la ciudad, de la bahía y del cabo. La segunda es para los aficionados a la montaña, un trekking de dos horas para salvar los mil metros de desnivel que separan la cima de la ciudad. Las vistas son las mismas, pero tras la caminata saben mejor.
Ahora, ya estamos listos para visitar una de las ciudades más antiguas de África. Se trata del primer asentamiento europeo por debajo del Sáhara y data de mediados del siglo XVII. De esa misma época es el Castillo de Buena Esperanza. Se trata de un castillo muy bien conservado y restaurado, donde se pueden ver los calabozos o la sala de tortura, además de la casa del gobernador y varios museos.
Otro de los lugares más populares y bonitos de Ciudad del Cabo es el Victoria & Alfred Waterfront -el paseo marítimo- con la ciudad a tu espalda, el Atlántico Sur en frente y la fabulosa Table Mountain presidiendo la estampa. Desde allí es fácil divisar la desgraciadamente famosa Robben Island (Isla de las focas), la que fue cárcel de máxima seguridad y donde Nelson Mandela estuvo preso más de 18 años. Su vergonzante pasado no es óbice para disfrutar de su belleza y sus paisajes.
Una de las imágenes más conocidas de Ciudad del Cabo son las casas de colores del barrio musulmán, el Bo-Kaap. Un paseo por la colina Signal, de calles adoquinadas y adornado por los colores, todos diferentes y todos llamativos de las casas de la zona, es una de las experiencias que todo visitante debe vivir.
Muy cerca del barrio Malayo (como también se conoce al Bo-Kaap) está la popular Long Street, una de las calles más antiguas y animadas de la ciudad. Plagada de bares, restaurantes y tiendas, en preciosos edificios coloniales. Y para quienes quieren conocer el lado más bohemio de la ciudad, ese es el barrio de WoodStock, galerías de arte, tiendas de ropa, cafeterías y mercados de productos locales en un viejo barrio de almacenes rehabilitado. Ambos son barrios donde se aprecian los contrastes de una ciudad moderna de alma africana y herencia colonial.
No podemos dejarnos Chapmans Peak Drive , una de las carreteras más bonitas del mundo. Recorre las preciosas playas y los enormes acantilados de la costa de Ciudad del Cabo. No es más que una pincelada de los preciosos parajes naturales que la rodean.
Por todo esto, por un atardecer muy especial y por los rincones mágicos que cada uno va encontrando, el viaje a Ciudad del Cabo es de los que no se olvidan.
