La capital de Qatar, en el corazón del Golfo Pérsico, se ha convertido de uno de los focos comerciales y turísticos más importantes de todo Oriente Medio. Una ciudad donde han sabido fundir una cultura llena de tradiciones con toda la innovación y modernidad que el siglo XXI impone.
El Emirato de Qatar fue colonia inglesa hasta 1971 cuando obtuvo su independencia. Entonces era un humilde pueblo nómada y su capital, Doha, el centro del comercio y el punto de reunión. Pero tras descubrir que bajo su desierto se guardaban millones de litros de gas y petróleo, el destino de este país cambió para siempre.
Hoy es uno de los países con mayor renta per cápita del mundo y al mismo tiempo, uno de los lugares más conservadores y tradicionales de la zona. Este contraste lo convierte en una visita realmente singular y especialmente interesante.
Por empezar por el principio, el primer destino debe ser Souq Waqif que es como se conoce al viejo zoco de Doha. Aquí se va a encontrar todo lo que uno puede esperar de un zoco árabe. Desde los olores de las especias, el blanco de sus túnicas o el color de los tejidos hasta el bullicio de los vendedores.
Perderse por sus calles, tomarse un té o fumarse una shissa (pipa árabe) mientras se ven hermosas antigüedades y se observa el devenir de la vida cotidiana en un país como Qatar, es una experiencia que no deja indiferente a nadie.
Tras habernos sumergido en la parte mas tradicional de Doha, damos un paso al presente para llegar hasta el Corniche. El gran paseo marítimo de Doha, de más de seis kilómetros de longitud, es el encargado de separar el pasado del futuro.
Recorrerlo al atardecer, dejándose acompañar por propios -ellos y ellas vestidos de forma tradicional pero luciendo complementos a la última- y extraños, siendo el lugar de encuentro de los trabajadores extranjeros (tanto los ricos, a los que llaman expatriados, como los más humildes a los que dicen inmigrantes), es uno de los placeres que obligados de Doha.
Aunque el gran encanto del Corniche, separado del zoco solo por una calle, es poder ver los dhows (barcos tradicionales) anclados frente al impresionante skyline del City Center de Doha.
Al verlo por primera vez sorprende mucho imaginar que hace tan solo diez o quince años, allí no había nada de nada y ahora se levantan algunos de los rascacielos más impresionantes del mundo. Gracias a los enormes presupuestos han conseguido que los arquitectos más prestigiosos desarrollen aquí todo su talento para crear un distrito financiero lleno de cristal, vidrio, acero y diseño.
Tras los rascacielos, al norte de la ciudad, está La Perla, el símbolo por excelencia del lujo y el dinero en Doha. Son casi 30 kilómetros robados al mar para construir una serie de islas artificiales repletas de centros comerciales, apartamentos, residenciales y hoteles de lujo, además de islas privadas para los más afortunados.
Todas y cada una de estas visitan son parte de Doha, aunque, sin duda, la verdadera magia de la ciudad es conseguir que todo conjugue y que sus fuertes contrastes se conviertan en su mayor encanto.