La Habana

Hay lugares que no necesitan adjetivos, ni apellidos, ni coletillas… hay lugares con un nombre tan evocador que con solo nombrarlo ya sueñas con visitarlo. Así es La Habana y solo por eso, suele estar en la lista de deseos de la mayoría de los mortales.

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¿Quién no ha soñado alguna vez con un paseo al atardecer por el Malecón? Y de repente, allí estas viendo como va tomando vida. Según va bajando el sol van saliendo los cubanos y el Malecón despierta despacio y sonríe, porque en Cuba la sonrisa es el pan nuestro de cada día. Pero para que cada uno pueda encontrar su razón para amar el Malecón, de este lugar es mejor no dar más pistas.

Tras el alma de la ciudad y como la imaginación es libre, toca el turno de soñar con su esencia, la Habana vieja, uno de los cascos históricos más famosos del mundo. Son muchos los lugares por los que hay que caminar, muchas calles en las que hay que perderse, porque en alguna de sus esquinas, en cualquiera de sus plazoletas o en uno de sus rincones, está la razón para enamorarse de La Habana.

Puede ser la monumental Plaza de Armas, o tal vez la Catedral de la Habana, y para muchos, por qué no, la Bodeguita del Medio. Otros encontraran todo el encanto de la Plaza Vieja y algunos verán en la Calle Mercaderes su paraíso. Y La Habana es tan hermosa por todas partes, que es posible que cada uno escojamos una diferente.

Seguimos imaginando la ciudad, esta vez con la mirada puesta en la parte más auténtica. A lo mejor no es el barrio más bonito, puede que tampoco sea el más monumental y es indiscutible que no es el mejor conservado; pero la Habana Centro, es, sin duda, uno de los barrios con más encanto del mundo.

Aquí iremos tropezando con edificios tan ilustres como el Capitolio Nacional de Cuba, el Paseo de Martí o el Castillo de San Salvador de la Punta, pero también parques como el Parque Central o el de la Fraternidad, parques donde sentarse a ver pasar la peculiar vida cubana. Y será eso lo que nos enganche a este barrio para siempre.

Llega el momento de otra Habana, una ciudad plagada de fortalezas y castillos que parece estar siempre esperando al enemigo. El Castillo del Morro o la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, son solo dos de sus ejemplos más ilustres.

Tampoco nos podemos olvidar de la historia reciente de Cuba y su famosísima Plaza de la Revolución. Allí está el rostro del Ché Guevera observando en silencio el devenir de su lucha mientras disfruta de su papel de estrella indiscutible de la plaza.

Y el Floridita y sus daiquiris, los coloridos coches americanos de los cincuenta, los autobuses atestados, un mojito mirando al mar o un paseo por el elegante barrio del Vedado, una vuelta por el turístico Miramar o unas fotos en la hermosa Plaza de San Francisco de Asis… la lista es tan larga que ni tan siquiera soñando podríamos verlo todo.

Porque La Habana es mucho más que una ciudad, mucho más que un viaje. La Habana es todo un mundo de sensaciones, sentimientos y contrates. Es el lugar donde el sol ilumina una fachada desvencijada mientras se escucha de fondo un son cubano y se respira ese ambiente que, aún siendo imposible explicarlo con palabras, cala hasta lo más profundo del alma del cualquiera.  

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