Después de cruzar el mundo preguntándote si el viaje vale la pena, antes de llegar al hotel ya estás convencido de que Melbourne va a conquistarte, porque la segunda ciudad más grande de Australia es, además, una de las ciudades con mejor calidad de vida del mundo.
En el primer paseo te das cuenta de que es una ciudad pensada por y para las personas. Abierta, cosmopolita, divertida y hermosa, Melbourne está diseñada para hacerte feliz. Lo consigue gracias, entre otras cosas, a ese aire retro que le dan los cientos de tranvías que atraviesan la ciudad de cabo a rabo. Pero, sobre todo, lo consigue porque siempre te deja con ganas de más.
Melbourne tiene un lado histórico que tiene su corazón en la calle Spring. Por momentos se puede tener la sensación de haber viajado en el tiempo hasta la época Victoriana. Durante el paseo nos vamos a encontrar edificios tan representativos como la Casa del Parlamento de Victoria, desde donde se gobierna el Estado de Victoria del cual Melbourne es capital. El Princess Theatre es otro claro ejemplo de arquitectura victoriana; se trata de un precioso teatro construido a finales del Siglo XIX que ha albergado los más importantes eventos musicales y teatrales de la ciudad. Otro grande de la calle Spring es el Old Treasury Building que es, actualmente, la sede del Museo de Historia de Melbourne.
Continuando con la Melbourne histórica tenemos que visitar la maravillosa Flinders Street Station. Una preciosa estación victoriana que guarda todo el encanto de antaño y que le da a la plaza un aire muy especial. Tampoco nos podemos olvidar de las dos catedrales de Melbourne, San Patricio, un gran ejemplo de neogótico, y San Pablo, ambas imprescindibles.
Tras el recogimiento propio de las visitas a los templos, llega le momento del Melbourne más auténtico en el Queen Victoria Market. Es el mercado principal desde hace más de 120 años y es el lugar donde perderte, comprar, comer, beber y pasar la tarde como uno más en la ciudad. Después de un mercado antiguo, hay que vivir los contrastes de la ciudad, así que lo ideal es darse una vuelta por el Barrio de Fitzroy ,la parte más bohemia de Melbourne, plagada de tiendas de firma y los outlets mas “cool”, el barrio donde ver y dejarse ver.
Siguiendo la estela de los barrios de moda, resulta imprescindible perderse en los callejones que rodean Chapel Street y High Street. Gente, cafés, arte, tendencias y el ambiente más animado de la ciudad. Al igual que en la Federation Square, la plaza principal y el lugar donde siempre está pasando algo.
Ya en el Melbourne del siglo XXI, merece la pena acercarse hasta el Eureka Skydeck, para tomar el ascensor hasta la planta 88 y disfrutar de las vistas más espectaculares de la ciudad. Ojo a quienes sufren de vértigo: el ascensor es de cristal, incluido el suelo. Si buscas algo tranquilo después del subidon, no dudes en ir hasta la Biblioteca Victoria, un lugar realmente hermoso donde relajarse y aprovechar un rato de free wifi.
Queda mucha Melbourne por descubrir: abundan los parques y jardines-como el Jardín Botánico– que hacen de la ciudad un lugar pensado para vivir; o la playa de St. Kilda y sus pinguinos, donde relajarse y disfrutar del mar; o el paseo por el Southbank, a la orilla del río Yarra, una de las zonas con más encanto de la ciudad; en cualquier caso, lo que es seguro es que en Melbourne encontrarás tu sitio.