La capital de Ecuador es, sin duda, una de las grandes sorpresas de América Latina. Desconocida para el gran público, esta ciudad enamora a quienes se aventuran a visitarla. No en vano fue la primera en conseguir el título de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La Quito que hoy puede visitarse fue fundada en 1534- aunque su ubicación fue más que relevante también para el gran Imperio Inca- y es el mejor exponente de arquitectura colonial que se conserva en todo el continente.
La Plaza de la Independencia, también conocida como Plaza Grande es el alma de Quito. En los tiempos coloniales se la conocía como Plaza Mayor y albergaba los mismos edificios entonces y ahora. El hermoso Palacio Arzobispal y su gran porticado o el Palacio Carondelet, que acogen al gobierno y al jefe del Estado, son solo algunos ejemplos ilustres. Pero la estrella de la plaza es la Catedral Metropolitana, una de las más antiguas y bonitas de América Latina. Es una hermosa conjunción de diferentes estilos, románico, gótico, barroco e incluso renacentista, fruto de las sucesivas reformas realizadas a lo largo de los más de 400 años trascurridos desde su construcción inicial con paja y adobe.
En el centro de la plaza está el monumento a la diosa Libertas, un homenaje al lugar en el cual se gritó independencia por primera vez en toda la América colonial.
Tras la plaza llega el momento de perderse por las calles del Casco histórico, el más grande y mejor conservado de todo el continente. Cuenta con más de 130 edificios monumentales y más de 5.000 inmuebles inscritos como bienes patrimoniales, lo cual resulta tan asombroso como necesario para cualquier visitante.
Mientras se recorre el centro histórico de Quito una multitud de rincones e iglesias van a causar un gran impacto en el viajero, sean cuales sean sus gustos. La Basílica del Voto Nacional es uno de los grandes por varios motivos. Primero porque es la mejor exposición de arquitectura neo-gótica, segundo porque es la más grande y alta de la ciudad, con unas vistas espectaculares, pero además es también una de las más hermosas. Tampoco se puede olvidar la barroca y exuberante Iglesia de la Compañía de Jesús o el más grande de los conjuntos arquitectónicos de ciudad en toda América Latina, la Iglesia y convento de San Francisco; sin dejarnos tranquila y preciosa Iglesia de Santo Domingo.
Se podrían pasar días visitando solo las iglesias de Quito, pero no todo son iglesias en Quito. Además de contemplar la quietud y belleza de sus templos, en todas sus plazas se puede vivir y respirar el ambiente de una ciudad multicultural, divertida y enamorada del arte. La ciudad cuenta con tres puntos cardinales que hay que visitar tanto de día como de noche, por su belleza arquitectónica, por su ambiente y por marcar el latir de toda la ciudad: la Plaza de la Independencia, la Plaza de San Francisco y la Plaza de Santo Domingo. Pero en todo su centro y en todas sus calles se puede sentir ese punto tan especial y tan propio de Quito. Una de las más curiosas es la Calle de la Ronda, que conserva su antiguo trazado Inca, está poblada de cafés ubicados en casas coloniales, habitada por artistas, bohemios y amantes de la buena vida.
