Como es Tallin

Tallin, la joya del Báltico

Hay pocas ciudades en Europa con el encanto y la belleza de esta pequeña capital báltica. Gracias a uno de los cascos históricos mejor conservados de toda Europa y a un ambiente que engancha desde el primer minuto, visitar la capital de Estonia es un viaje necesario.

La ciudad mostrará todo su esplendor si se visita con tranquilad y a pie. Estos paseos deben comenzar siempre en la  Plaza de Ayuntamiento (Raekoja Plats). Es sencillamente preciosa. Está rodeada de casas pintadas en colores pastel e invadida por terrazas y restaurantes y es el corazón de Tallin, tanto para sus habitantes como para los turistas.

Y aunque todos los edificios son hermosos, de entre ellos destaca el Ayuntamiento, (construido en 1404) por su extraña fachada, por sus dragones y porque más parece una iglesia que un edificio administrativo. Los más animados pueden lanzarse a subir los 115 escalones necesarios para acceder a la torre del Ayuntamiento y disfrutar de una de las vistas más chulas del centro de Tallin.

Que ver en Tallin

Aunque pensando en torres, las más emblemáticas de la ciudad son las Torres de la Puerta Viru, una de las entradas a la parte vieja de la ciudad, y desde la cual se toma la popular y bulliciosa calle Viru, que conduce sin remedio hasta la ya citada Plaza de Ayuntamiento.

Tras embelesarse con las dos torres de siglo XIV, merece la pena recorrer las murallas de Tallin donde además de alucinar con el casi perfecto estado de conservación también se irán encontrando en el camino otras celebres torres como la de Margarita la Gorda.

Pero pensando en la maravillosa Tallin medieval hay que llegar hasta el pasaje de Santa Catalina del que no daremos datos, más allá de mencionar que es un verdadero viaje en el tiempo, para dejar que su magia sorprenda al visitante.

 Dejando el medievo e intentando llegar hasta la Tallin más contemporánea, no podemos olvidar la Catedral Alexander Nevsky, heredera indiscutible de la gran influencia rusa en las repúblicas bálticas. Quizá el hecho de haber sido construida durante la ocupación de Estonia por la Rusia zarista, el pueblo de Tallin nunca le tuvo mucho cariño y en 1924 decidieron demolerla. Afortunadamente nunca se llevó a cabo tal demolición y esto nos permite disfrutar hoy de uno de los templos religiosos más interesantes de Tallin.

Muy cerca de la catedral y también en el distrito de Toompea, tenemos que llegar hasta el Mirador Patkuli que ofrece unas vistas únicas de toda Tallin y que debe visitarse de día, de tarde y de noche, porque la ciudad es la misma pero los colores no.

Por último, el barrio de Toompea aún nos guarda un regalo, el Castillo de Toompea. Sus zonas más antiguas datan del siglo XII y su estructura se ha ido conservando en las sucesivas remodelaciones, a excepción del Gobierno Provincial, un palacio rosa de estilo barroco (S. XVIII) que hace un contraste increíble con el resto del castillo.

Son tantos los rincones hermosos que hay que visitar que tratar de enumerarlos todos sería como intentar reducir su historia a unas pocas frases, algo menos que imposible. Por eso, el mejor consejo que se puede dar a quien quiere conocer la verdadera Tallin es que se pierda por sus calles y deje que sus encantos se vayan rebelando poco a poco.

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