Mongolia es el país de la estepa y el desierto del Gobi. Un país para soñar entre paisajes insondables y aprender de una cultura milenaria; un país cuya visita debe empezar o terminar por su capital, Ulán Bator.
En un lugar de tradición nómada, donde en pleno siglo XXI más del 30% de la población sigue viviendo la vida errante, una gran ciudad donde parecía un imposible hace solo 100 años.
Porque Ulán Bator nació hace casi 500 años como un centro de monasterios budistas, un punto de reunión y oración. Fue en el primer tercio del siglo XX -cuando se libraron de la ocupación china con ayuda de los soviéticos- cuando esta ciudad recibió su nombre actual, que se traduce como héroe rojo, y cuando comenzó su cambio.
Muchos de los templos y las construcciones mongolas fueron sustituidas por moles de hormigón y grandes avenidas, muy al estilo moscovita. La fiebre de ladrillo duró hasta los años 90, cuando se desligó de la esfera rusa para abrir sus mercados y sus fronteras.
Entonces, al mismo tiempo que cayó de forma drástica la construcción de vivienda aumento de forma exponencial el número de habitantes. Hoy es una paradoja arquitectónica donde se mezclan los pocos templos que han sobrevivido, con el estilo soviético y los yurtas, y donde se aglutinan casi un millón cuatrocientas mil personas, el 40 % de la población total del país.
Y es esto, el carácter de sus gentes y su exótica cultura lo que hacen de la visita a Ulán Bator un verdadero descubrimiento para el viajero.
Se puede comenzar la aventura por los monasterios budistas más importantes entre los que aún quedan en pie. Son un remanso de paz y silencio en la gran ciudad. Dos de los más bonitos son el Monasterio de Gandan (Gandantegchilin) que es el más famoso y popular, y el más tranquilo y recogido Pethub Stangey Choskhorling.
Aunque si lo que se busca es a Buda, hay que visitar el Buddha Park. Se trata de un parque a las afueras de la ciudad, que además de ser la mar de curioso cuenta con la estatua de un Buda pedestre más grande del mundo (más de 25 metros).
Nuestro recorrido debe continar por el Palacio de Invierno de Bogh Khan, el último rey mongol. El complejo se compone de 6 templos y un palacio, todos ellos construcciones tradicionales realmente hermosas, donde también se conservan algunos de los objetos personales de la última familia real.
De la Mongolia tradicional viajamos en un paseo hasta la Mongolia soviética, que tiene su corazón en la Plaza Súkhbaatar. Es la plaza principal de la ciudad y es enorme, además de estar rodeada por algunos de los edificios más importantes de la ciudad como el Parlamento Mongol. La plaza está presidida por una estatua de Genghis Khan y es el centro social de los pobladores de la ciudad.
Aunque el lugar para perderse es el Mercado de Naraan Tuul, del que dicen que es el más grande de Asia, y donde se podrán comprar absolutamente de todo además de observar el devenir de sus gentes.
Y después, a patear sus calles para ir descubriendo como Mongolia esta intentando dejar atrás el pasado y la vida nómada; así nos encontraremos con los yurtas entre edificios y templos, instaladas de forma permanente en Ulán Bator.