Caminamos por las calles de Bariloche y nos viene un irresistible aroma de cacao, no es una casualidad, es lo habitual de una ciudad donde el chocolate forma parte de su identidad y se ha llegado a convertir en una tradición hasta tal punto que tiene su Museo del Chocolate.
Hace 2500 años los mayas ya cultivaban el cacao y posteriormente los aztecas aprendieron de estos denominando cacahuatl al cacao y xocolati a la bebida espumosa que se extraía de los frutos. Los aztecas desvelaron el descubrimiento del cacao a Hernán Cortés y en 1524 se realizó el primer envío de cacao a España. A Bariloche llegaría mucho más tarde, en 1947 el inmigrante italiano Aldo Fenoglio comenzó a industrializar el chocolate artesanal en la confitería Tronador, al tiempo se llamó chocolatería Fenoglio. Además de ser el pionero en introducir el chocolate en Bariloche también lo fue en crear un Museo del Chocolate que finalmente pasó a pertenecer a la marca Havanna (famosa por sus alfajores).
La visita al Museo del Chocolate
Acompañados por un guía la visita es un recorrido didáctico completo de la transformación del cacao desde el árbol hasta que se convierte en barra comestible. En sus salas se exponen fotografías incluso algún video explicando los orígenes del chocolate. Creo que lo más interesante de la visita, sobre todo para los más pequeños, es observar los diferentes procesos que se dan en una fábrica de chocolate.
Para concluir la visita disponen de tienda donde poder adquirir productos y chocolates regionales.
Las chocolaterías de San Carlos de Bariloche son reconocidas por la calidad de sus productos y bien vale la pena una visita cultural y gastronómica al Museo del Chocolate donde apreciar el proceso de transformación del cacao.