Que ver en Terezin

Campo de Theresienstadt, visita sobrecogedora e imprescindible

Viajamos buscando lugares hermosos, monumentos impactantes e increíbles espacios naturales, pero también lo hacemos en busca de historia, lugares donde ocurrieron cosas, donde ilustres personajes cambiaron el rumbo de la humanidad. También viajamos, o al menos yo, para ver, escuchar y aprender, para abrir la mente y entender un poco mejor lo que somos y donde vivimos.

Todo esto íbamos buscando en nuestro último viaje, todo esto lo hemos encontrado en Praga. Hemos disfrutado de la ciudad, ¡cómo no hacerlo! Decir que es hermosa es quedarse muy corto, hablar de su arquitectura y sus monumentos sería una labor sin fin y tratar de contar su historia sería empezar y no parar; pero nada de esto es necesario porque todo el mundo sabe que Praga tiene todo eso y mucho más.

Pero lo que no sabía es que, cerca de Praga, iba a visitar uno de los lugares que más me han impresionado y donde más he aprendido.  Hay excursiones donde es la belleza o la singularidad del lugar la que te toca un poco el corazón, hay otros donde su historia se puede sentir en al ambiente y te causan una impresión tan fuerte, que es imposible abstraerse. Para nosotros, así fue en la excursión que hicimos al Campo de concentración de Theresienstadt.

Mi pareja es un amante de la historia en general y un entusiasta de la Segunda Guerra Mundial en particular, por eso cuando planeamos nuestro viaje insistió en visitar el Campo de Concentración. Apenas lo pensé cuando me lo dijo y durante el trayecto a Terezín, a poco más de 60 kilómetros de Praga, tampoco iba pensando en lo que me iba a encontrar. Cierto es que iba oyendo a nuestro guía que nos iba contando que el pueblo de Terezín había sido convertido por los nazis en un gran gueto judío, además de un campo de concentración; pero iba oyendo sin escuchar, enfrascada como estaba en la observación de los hermosos paisajes de la Bohemia.

Supongo que por eso cuando llegamos mi mente y sobre todo, mi alma, no estaban preparadas para un lugar tan profundamente conmovedor. Cuando llegamos a un lugar tranquilo y hermoso, como es Terezín y nos bajamos del autobús, aún no imaginaba que esa excursión iba a dejar en mi un huella tan profunda.

Excursiones desde Praga

En Terezín hay dos fortalezas. La grande fue convertida durante la ocupación alemana en un gran gueto judío donde malvivieron, hacinados y hambrientos, más de 150.000 personas. Por si esto no fuera lo suficientemente escalofriante, la fortaleza pequeña fue convertida en un Campo de concentración, un lugar de transición para muchos que después fueron enviados a Campos de exterminio, como Auschwitz.

Visitar el gueto es abrumador por muchas razones. Comenzamos por el Museo del Gueto-situado en la antigua escuela- y fue en esa visita cuando fui consciente de que aquella no iba a ser simplemente una excursión. El museo es  el primer recordatorio de hasta donde puede llegar la locura en el ser humano.

En 1941 los nazis hicieron de esta fortaleza del siglo XVIII un enorme gueto judío, donde enviaron a cientos de miles de personas de toda la Europa ocupada,  aplicando los que ellos llamaban “política de segregación”. Era el lugar perfecto para que la propaganda del Tercer Reich enseñara al mundo lo bien que trataban a los judíos.

En 1944 los alemanes crearon una gran obra de teatro en la Fortaleza para permitir que una delegación de Cruz Roja comprobara el buen trato que recibían allí los judíos. Incluso, ese mismo año, rodaron allí una película propagandística dirigida y protagonizada por algunos de los reclusos. Tras finalizar el rodaje, todos ellos fueron enviados a morir a Auschwitz.

Pero no engañaron a nadie. En una fortaleza construida para acomodar a 10.000 soldados se hacinaban más de 100.000 personas en unas condiciones infrahumanas, muertos de frío y de hambre, sin atención sanitaria y sometidos a la brutalidad de las fuerzas alemanas.

Alrededores de Praga

Y si la fortaleza grande es sobrecogedora, la pequeña es un monumento a la maldad del ser humano. Aquel si parece lo que es, un campo de concentración.  Sobre la puerta de entrada reza “arbeit macht frei”, el trabajo os hará libres, y al pasar es como si una gran losa cayera sobre tu ánimo.

Recorrer los barracones, las celdas, los patios mientras escuchas el silencio, solo roto por las explicaciones del guía, da la impresión de ser voz en off sobre la película de terror que estas protagonizando. Pero lo que allí sucedió fue real, tan real como las miles de personas que dejaron allí su vida.

Era un campo de transición hacia los campos de exterminio. De las 144.000 personas que estuvieron allí 88.000 fueron enviados a morir a lugares como Auschwitz, pero las horribles condiciones de vida y los asesinatos indiscriminados acabaron con la vida de 33.000 personas tras los muros del Campo de concentración de Theresienstadt. Y durante toda la visita te parece escucharles, un grito de desesperación y miedo reina en el silencio del campo.

Excursiones desde Praga

El cementerio y el crematorio terminan de sobrecogerte el alma. Y si eres de lágrima fácil, como es mi caso, cuando veas las horribles máquinas que usaban para deshacerse de los cuerpos sin vida de todas esas personas, lloraras por el sufrimiento ajeno. Yo lo hice, lloré, en silencio y con respeto, me dejé llevar por la empatía y me sentí un poco más cerca de todos ellos.

El viaje de vuelta fue silencioso. Todos estábamos sobrecogidos por lo que habíamos vivido. La sensación de pasear por las calles del Campo de concentración de Theresienstadt es difícil de describir. En tu cabeza resuenan las historias que el guía va contando de aquel lugar y te parece estar viviéndolas. Es como un halo de horror y de tristeza que te va rodeando mientras caminas, casi puedes tocarlo mientras va envolviendo imágenes que están en tu cabeza.

Imágenes de dolor, de desesperación y sufrimiento. Imágenes de crueldad gratuita y desprecio por la vida. La estampa de la Maldad, con mayúsculas. Una maldad sin razón, sin alma ni corazón que acabó con la vida de millones de personas.

 

Aún así, creo que esta excursión es una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Un lugar que nunca podré sacar de mi memoria y mucho menos de mi alma. Soy un poco más persona después de haber mirado a la maldad a los ojos.

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