Lunfardo, el ingenio bonaerense hecho jerga

El Lunfardo es una jerga nacida en Buenos Aires. Esta curiosa forma de expresión tiene sus origines en el Buenos Aires de finales del siglo XIX. Esta ciudad, como toda la ribera del Río de la Plata, era un devenir constante de barcos e influencias de la vieja Europa.

Así, el Lunfardo tomó palabras del italiano, del francés e incluso algunas derivadas del inglés, y también vocablos indígenas o africanos. Pero, principalmente, el Lunfardo creó sus propias y divertidas palabras. Evidentemente el Lunfardo no es una lengua, ni tan siquiera un dialecto, es una jerga. Una jerga nacida de la imaginación y la picardía, pero sobre todo de la necesidad. La vida en el Buenos Aires de finales de XIX no era nada fácil para los pobres y como se suele decir, el hambre agudiza el ingenio y el Lunfardo, no es más que la prueba viviente de esa realidad.

Esta peculiar forma de expresarse se la debemos a las clases bajas y a los delincuentes de finales del siglo XIX. Estos, en su afán por burlar a la policía y las autoridades, crearon una serie de palabras y expresiones,  que solo ellos podían comprender y que les permitía comunicarse sin que sus captores o perseguidores pudieran entender sus pláticas.

Para inventar su jerga y despistar así a la autoridad, utilizaron diferentes sistemas. En primer lugar, inventaron un montón de palabras por derivación. Como amurar, que es lo mismo que estar encarcelado, entre los muros. También era habitual cambiar las palabras, así suprimían algún sonido al principio o al final de la palabra, o bien combinaban varias palabras. Un ejemplo precioso es camanbuses, una combinación de caminante y autobuses. Pero sin lugar a dudas, la forma más original para crear su jerga fue el verse, que no es más que poner la palabra del revés.

El primer verso lunfardo que se conoce data de 1879 y su autor fue un comisario, loco por tratar de comprender lo que escuchaba:

Estando en el bolín polizando
se presentó el mayorengo
a portarlo en cana vengo
su mina lo ha delatado.

Que traducido al castellano vendría a decir algo así:

Estando en el apartamento durmiendo
se presentó la policía
a portarlo a prisión vengo
su mujer lo ha delatado.

El Lunfardo, que fue inicialmente conocido como “la jerga de los ladrones”, se fue popularizando con el paso del tiempo por su cotidianidad, pero sobre todo gracias al gotán, que era como se llamaba al popular tango y en cuyas letras se fueron introduciendo muchas palabras del lunfardo.

Actualmente, muchas de las palabras inventadas por aquellos supervivientes de la mala vida siguen siendo utilizadas en Buenos Aires y gracias a la inmigración y al afán viajero de los bonaerenses, algunos de los vocablos del Lunfardo se utilizan en nuestros días no solo en Argentina, también en Chile, Paraguay, Uruguay e incluso en zonas de Perú.

 

 

Así, a la marchanta (sin planes, al azar) crearon este lenguaje tan colo (loco) y funcionó tan bien, que aún hoy en los bares podemos escuchar a los paisanos: ¡una feca con chele! Y quedarnos a cuadros hasta ver al camarero servir un simple café con leche.

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