Se trata, posiblemente, de la capilla más famosa del mundo. Ubicada en el Palacio Apostólico, la residencia oficial del Papa en la Ciudad del Vaticano, es uno de los lugares más conocidos y visitados del mundo, pero aunque creamos saberlo todo acerca de la Capilla Sixtina, ella guarda más secretos y curiosidades de lo que creemos.
Una de las curiosidades más impactante se refiere a las dimensiones de la famosa capilla, que resulta que se corresponden exactamente con las del Templo de Salomón, según éste fue descrito en las páginas del Antiguo Testamento. Y si de dimensiones hablamos, no nos podemos olvidar de comentar que las pinturas de la Capilla Sixtina ocupan 1.100 metros cuadrados.
Otro dato enterrado por el tiempo es el hecho de que la capilla le debe su nombre a Sixto IV, el Papa que ordenó su restauración en 1475, cuyos trabajos se prolongaron hasta 1481. Durante estos años pintores tan famosos como Boticelli o Perugino se encargaron de pintar los frescos que decoran las paredes norte y sur de capilla. Obras tan importantes como Las pruebas de Moisés o el Bautismo de Cristo pueden pasar casi desapercibidas frente a la increíble obra de Miguel Angel.
De hecho son los frescos pintados por el genial Miguel Angel los que han convertido la Capilla Sixtina en la obra cumbre de Renacimiento, si bien lo que mucha gente desconoce es que cuando en 1508 el genio recibió del Papa Julio II el encargo no se puso precisamente contento y exigió, antes de aceptar, una completa libertad para elegir qué pintar.
Miguel Angel se consideraba a sí mismo un escultor y parece ser que odiaba pintar. Por esta razón se cree que incluyo su propio auto-retrato en la piel despellejada que San Bartolomé, situado a la derecha bajo los pies de Cristo, sostiene en una de sus manos. Muchos historiadores han interpretado esto como la manifestación de lo poco que le gustaba pintar a Miguel Angel. Además en contra de la creencia popularmente extendida, el artista no pintaba tumbado. Miguel Angel se construyó su propio andamio para poder realizar su trabajo de pie y tener una visión más completa de su obra.
Otra de los secretos de la Capilla Sixtina viene también de la mano del genial artista. Éste fue el primero en representar a Dios con una barba blanca y un cuerpo musculoso. Hasta su obra, el altísimo siempre fue representado solo por una mano que emergía desde las nubes, Miguel Angel le puso rostro a Dios en su obra. Además, en 1990 se publicó en la Revista de la Asociación Médica de Norteamérica un estudio que demostraba que en su fresco, tras la imagen de Dios estaban representadas una serie de figuras y sombras cuyo perfil coincidía exactamente con el del cerebro humano. No olvidemos que estamos hablando de 1510, no es posible que lo viera en un TAC.
Por último merece la pena mencionar los problemas que le trajo al insigne artista la libertad exigida en cuanto a la temática de los frescos. Miguel Angel eligió pintar un buen número de figuras desnudas y muchos obispos le acusaron de hereje, lo que en aquella época era un gran problema. En años posteriores algunas de las figuras fueron pudorosamente tapadas por un artista que termino siendo apodado como “el pintacalzones”.
Desvelando solo algunos de sus secretos y curiosidades ya se atisba lo especial y hermoso de este espacio, además de convertir la Capilla Sixtina en una visita obligada para cualquier amante de la belleza y la historia. Para conocerla tenemos que ir a Roma.